Cava, con buena acidez, pero sin acritud
Tengo a mi mujer montando el Belén, y un rosario de lucecitas en una planta exótica que no sé como llama, pero que con las bolitas y la luminaria, me sugiere esas navidades tropicales que se celebran en Nueva Orleans y Santo Domingo, donde, entre el calor y lo tropical, uno no sabe si se celebra la Navidad, el Carnaval, o algún conjuro africano. Precioso.
Para los europeos estas fiestas siempre fueron de alegría desbordada, falsa pero desbordada, en que todo se perdona, todo el mundo es bueno, todo rezuma esplendor y hasta el marisco congelado se consume con gusto porque la nieve invernal tiñe de buenos deseos cada uno de nuestros actos.
Pero la globalización está haciendo estragos. Los atentados en Irak nos manchan de sangre cada telediario, los crímenes domésticos nos cortan la digestión y los políticos siguen crispando la vida social para así demostrar que se ganan sus respectivos sueldos, aunque todos sepamos que al final de cada enconado debate, entre ellos hacen baca y se reparten el botín de los sufridos contribuyentes.
¿Boicot de España a los productos catalanes? ¿Boicot de las empresas catalanes a los productos españoles?
Yo les propongo algo mejor ¿Porqué no hacemos todos boicot a los agitadores (en vez de usar ese anglicismo, preferiría una expresión mucho más española que es “mandar a la mierda”, pero queda poco fina) y comemos cada a cada cual nos venga en gana?
La revista PlanetaVino dedica este número al cava y, como no, un servidor toca un poquito las pelotas al respetable público contando el entramado (dicho en plata, cachondeo), que hay montado con este asunto de los cavas que se hacen en San Sadurní y se venden con etiqueta riojana, para solaz de las de las compungidas almas que no encontrarían sosiego si brindasen ante Dios nuestro Señor con algo relacionado con los herejes Carod y Maravall.
También propongo un rico plato de Ostras al cava, aunque admito públicamente que donde esté un buen champagne, que se quiten el resto de espumosos.
Mi querido hermano Juan Carlos Daza (no se fijen en la diferencia de apellidos, es una larga historia) ilustra la última página con el dibujo que ven en la cabecera, como siempre, genial, superlativo.
Hay información a raudales sobre estas perfumadas burbujas, pero nada de boicots, atentados suicidas, crímenes domésticos, ni demás alarmismos político-periodísticos.
Tengamos la fiesta en paz, aunque solo sea por hipocresía, pero demos una tregua, una oportunidad a la Paz, aunque solo sea durante un par semanas.
Cuando uno anda con los divertículos revueltos, como es mi caso en estos días, no se imaginan lo que se valora poder disfrutar de lo poco o mucho bueno que nos ofrece la vida.
Por si me explotan las tripas, o no tengo ganas de escribir más sandeces, les deseo más deseo unas muy felices fiestas y próspero año nuevo, que creo que para toda España será 2006, Canarias y Cataluña incluidas.
PD En Artículos / Motivos Navideños, hay un montón de recetas y consejos para indigestarse a gusto y abrasar la Visa en estos días.
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