Cataluña, mar y montaña.
Publicado en el libro, Mis mejores Escapadas de Golf y Gastronomía, que salió al mercado en 2006 y ganó el premio Gourmand World Cookbook Awards como la mejor guía de turismo del mundo de ese año.
Hemos diseñado tres escapadas, Cerdaña, Costa Brava y Peralada, que, por decir algo, solo tienen en común el idioma, porque cada una es radicalmente diferente a la otra.
Apuntamos otras dos que en realidad no son tales escapadas, sino mas bien recursos, una para ese viaje de trabajo que hay que hacer a BCN (les gusta mucho decirlo así porque les suena más a EU, a aeropuerto internacional) y que podemos aprovechar para dormir en un Spa formidable, jugar en un par de campos singulares y comer en uno de mis restaurantes favoritos, el Hispania y a tiro de piedra de otro grande, El Racó de Can Fabes, y la otra, para hacer esa cura anual que tanto bueno nos aporta al desintoxicarnos de tanto foie y tanto estress.
El recorrido completo de Cataluña es una gozada. Yo tuve que hacerlo a uña de caballo porque ya estábamos cerrando la edición y aún así fue una experiencia inolvidable.
Con un poco de calma, quince días más o menos, les propongo viajar a BCN en avión (ya ven que soy muy europeo), alquilar un buen coche y descansar ese día allí mismo, en Caldes d’Estrac, porque un homenaje en el Hispania, es empezar bien las vacaciones. Incluso otro en el Racó de Can Fabes, aunque ya estemos un poco hartos de tanta cocina de autor, pero una cosa son los imitadores, y otra ponerse en manos de uno de los verdaderamente grandes, porque Santi Santamaría, en su pueblo, es Santi Santamaría, aunque en Madrid haga el indio. Además, como hay dos campos interesantes, pues no sobra contar con tres noches, que siempre hay cosas que hacer en Barcelona.
De ahí a La Cerdaña, para gozar de lo más bonito del Pirineo y con una cocina que fue considerada durante muchos años como la mas sofisticadas de Cataluña. Son 150Km, la mitad por vía rápida, así que en un par de horas estamos de sobra. Como Andorra está al lado, conviene reservar también tres noches, porque sino hay shopping, las señoras nos lo podrán echar en cara el resto de nuestra vida.
Oxigenados y enamorados de esa Cataluña elegante, seguimos en la misma onda y nos vamos al Ampurdán, otro lujazo en todos los aspectos, porque hay comedores de espatarrar. Hay otros 150 Km, otro par de horas, aunque la ruta es tan bonita que merece la pena ir parando (en la Escapada damos más pistas).
De Ampurdán a Costa Brava, que tampoco es moco de pavo, aunque ya vamos más de golf duro, porque jugar bien esos campos justifica descansar un poco de tanto banquete. Hay apenas 50Km y por autopista, de modo que hasta podemos llegar a jugar el mismo día.
De Pals a Cambrils hay una tirada, 240Km, pero todo autopista, de modo que si circunvalamos BCN a buena hora y sin tráfico, podemos hacerlo en un par de horas. De todas formas lo importante es llegar a tiempo para tomar una buena sesión Spa y regalarnos una cenita mediterránea en el Gatell.
Y si les da remolón volver por lo ya andado (a mi me pasa), pues pueden devolver el coche en el aeropuerto de Valencia y de paso hacer una noche en El Saler, que es un histórico y está a otro par de horas, 240km de autopista limpia, un suspiro.
Como BCN y Cambrils no están considerados como Escapada, pues aprovecho este prólogo para colocar las recomendaciones.
La gran maraña de circunvalaciones con que cuenta esta ciudad, ha conseguido que, pueblinos periféricos como Caldes d’Estrac, a los que acceder hace unos años era una tortura que podía suponer más de una hora de atascos por arrabales, ahora sea un paseo delicioso. Con fastuosas villas colgadas de un acantilado, vivir en este rincón debe ser un lujazo, así que, si tienen que hacer negocios en BCN, pasen del centro y vengan aquí, llegarán a la negociación con tal cara de felicidad, que sus contrincantes se entregarán sin debate.
El hotel Colón es un formidable Talaso que combina agua de mar y dulce. Ha sido totalmente reformado y, aunque no aparece en las guías, pronto lo hará porque es una gozada y está en una de las mejores playas de Cataluña. Y digo que está en la playa, porque la mitad de sus salones están sobre la propia arena, una gozada.
Hay dos campos a tiro de piedra, uno el Llavaneres, es coqueto y amable de juego, pero caro y un poco pijo, por lo que suele haber dificultades para sacar green fee. Conviene pedir al hotel que nos lo reserve con antelación. Por el contrario, en el de Sant Vicenç de Montalt, no suele haber problemas y es precioso, con vistas al mar, pinos, desniveles importantes, muy divertido, pero duro y difícil.
La combinación es perfecta para empezar esas ansiadas vacaciones saciando las ganas de perder bolas y darle caña a la tarjeta de crédito, porque si probamos el Racó, verán que no es broma. Y si aterrizan también por el Sant Pau de Carme Ruscalleda, en San Pol de Mar, que está al lado, entonces ya habremos dejado el presupuesto hecho unos zorros y más ahora, con la tercera estrella, que la convierte en súper galáctica. De todas formas, y respetando los gustos, este no lo recomiendo. Para mí modesto entender, en un restaurante hay que comer, y esta flaquita se queda en las florituras.
En el polo opuesto está el Hispania. Acabo de echar un vistazo a su carta y he tenido que levantarme y prepararme un bocata porque se me hacía la boca agua: Garbanzos salteados con espinacas y tocino, Croquetas de «carn d’olla”, Ensalada de sesos, Pie de cerdo con «farcellets» de col, Gambas de Arenys … Eso sí, agárrense también, porque pagar 32€ por un Platillo de calamares y alcachofas, no es ninguna broma y las espardeñas o los pulpitos, a 60€ ¡cada ración!. Vamos, que como pidamos con un poco de alegría, nos pueden soplar los tres mil duros por barba como nada. Pero bueno, comer, habremos comido como reyes.
Más modesto, pero con excelentes productos del mar y muy respetuosamente tratados, está el Can Jaume, donde destacan sus arroces y algunas entradas muy logradas, sobre todo unas gambas que pasan ligeramente por la plancha para que apenas se hagan, que son un regalo. Además está en la misma playa, junto al puerto deportivo, lo cual es otro aliciente añadido.
La otra pista que no podemos incluir como Escapada porque el hotel está algo lejos de los campos, pero que merece la pena ser citada en esta guía, es Cambrils, un coqueto pueblín absolutamente insoportable cuando llegan las hordas de veraneantes, pero que, fuera de temporada, es todo un destino gastronómico. Y más, porque el balneario Termes de Montbrió, dispone de planes dietéticos, dirigidos médicamente por su propia doctora nutricionista y elaborados por un chef que se formó en el famoso hotel – restaurante – balneario Les Prés d’Eugenie del maestro Michel Guérard, todo un lujo.
Sus aguas están catalogadas como hipertermales, ricas en iones, bicarbonato, sulfato, cloro, sodio, calcio, magnesio, litio y potasio, y están especialmente indicadas para procesos reumáticos crónicos, dermatológicos y respiratorios, así como para estas terapias antiestrés y de adelgazamiento que citamos. Vamos, que nos dejan como recién salidos de fábrica.
A tiro de piedra tenemos los campos de Aigüesverds y Bonmont, donde casi podemos asegurar el greenfee a cualquier hora. El primero es un campo dócil, ideal para esos días de reposo en que queremos que todo salga bien, el segundo, con 90 bunkers, pues ya se pueden imaginar que es todo lo contrario.
Y si queremos guerra de verdad, a poco menos de media hora (30 Km. de autopista) está el Costa Dorada, un verdadero desafío para quienes gusten jugar duro, con su famoso hoyo 13, handicap 1, de 582 metros, el más largo y complicado de España y que hace que este campo esté considerado como uno de los mejores de Cataluña.
Como apunté, esta no es una escapada propiamente dicha porque no cumple las premisas exigidas de proximidad al campo, pero puede interpretarse como tal, sobre todo por esos tratamientos dietéticos, sus magnificas instalaciones (Aguatonic es un complejo lúdico termal, situado en el centro del parque del hotel, desde el que podemos contemplar magnolias centenarias dentro de una superpiscina de chorros de agua hipertermal) y porque en Cambrils hay una oferta hostelera de tal calidad, que en los primeros días soleados de primavera, sus terrazas se llenan de barceloneses que se escapan esos cien kilómetros de autopista para disfrutar de un buen suquet, o de cualquiera de esos deliciosos pescados y mariscos que Joan Pedrell nos acompaña de su famoso romesco y que es lo único que recuerdo con nostalgia de aquellos años en que tuve un apartamento en ese pueblo.
Muy interesante también es el Can Bosch, pero más en línea de Cocina de Autor, porque si bien Joan, cuando era Can Gatell, fue de los pioneros de la Nueva Cocina Catalana, ahora, igual que yo, considera que para hacer alta cocina no hace falta hacer tantas filigranas y sus platos han vuelto a lo tradicional, que es donde está el sabor (no se pierdan sus famosos entremeses a base de pescados y mariscos, presentes en carta desde 1914 y que son todo un menú degustación).
Dormir
La Cerdaña, zona suiza
Hay un estribillo catalán que dice “…y una masía en la Cerdanya”, que viene a ser el equivalente castellano de “…y un jamón”, pero a lo bestia.
Lo cierto es que cuando uno cae en este pequeño Shangri-la, entiende lo que significa el dicho. Es un inmenso altiplano, situado a más de mil metros de altitud, rodeado de un circo de montañas que se cubren de nieve desde noviembre hasta junio y donde parece que hasta los agricultores se han puesto de acuerdo para hacerlo todo bonito.
Tanto si eligen La Torre del Remei como si van al Chalet del Golf, les recomiendo que, antes de nada, entren en la urbanización donde está el Real Club de Golf (Las Devesas del Golf), para darse un baño de lujo Cerdañés. Sobre todo si van al Remei, porque les costará salir, ya que alojarse en un palacete modernista de principios del siglo XX, impecablemente restaurado, dentro de un majestuoso parque con sequóias centenarias, con ese trato dulce que caracteriza a los establecimientos de la cadena Relais & Châteaux y encima con la cocina de José María Boix, es como para quedarse allí todas las vacaciones.
Hay varios caminos para llegar a este valle. El más cómodo, rápido y directo, desde Barcelona, es sin duda cruzando los montes por el túnel del Cadí, pero no tiene emoción.
Si piensan ir o venir desde el norte, Costa Brava, Ampurdán, etc., hay dos rutas preciosas, una por Perpignan, bastante cómoda hasta llegar al valle que hay que treparlo en plan rally y encima esquivando a los cafres oriundos, porque parece que a los franceses de aquella zona les pagan para que se maten por aquellas curvas.
Yo fui por La Molina y ¡joder! Parece que fue allí donde inventaron las curvas, y que diga esto un asturiano… Pero merece la pena, porque a la majestuosidad de la montaña (subir hasta los casi 2.000 metros en apenas 20Km, tiene tela), hay que añadirle algunos pueblos medievales realmente sobrecogedores, como Besalú, con un formidable puente románico que aún se merecería cobrar fielatos de paso, pero que además mantiene monasterios, palacios e iglesias del siglo X, junto a un barrio judío, con sus baños y todo. Otra monada es San Joan de les Abadesses, con otro puente casi igual que el de mi pueblo, Cangas de Onís, y Ripoll, capital del valle, con su famoso monasterio. Desde allí se puede también coger el túnel del Cadí, o hacer la machada y cruzar por la Collada de Toses. Es un palo, pero las vistas son de ensueño, sobre todo cuando nos asomamos al dulce y mágico circo de la Cerdaña.
La pacífica belleza del Real Campo de la Cerdanya es difícil de describir, pero sepan que solo podrán jugar en él si se alojan en los dos hoteles que recomendamos porque es privado y bastante exclusivo, como todos los que inaugurara el Rey Alfonso XIII, de modo que es gracias a las buenas artes de José María Boix que podemos gozar de esta preciosidad. Yo estuve haciendo fotos en otoño y casi me vuelvo loco. Como los Boix son encantadores, pueden pedirles que les avisen de cuando empieza la otoñada y salir pitando, porque vivirán unos días mágicos.
Si se alojan en el Remei vivirán el gran lujo de uno de los grandes Relais & Châteaux de España y el campo está prácticamente cruzando la carretera, a menos de un kilómetro. Pero la opción del chalet del golf es igualmente excelente, porque sus habitaciones son una pasada, están sobre el campo y tienen la personalidad de la arquitectura de la zona, que el palacio no.
Para comer en plan fino, el Remei, claro, sin duda, faltaría más, la cocina preferida del querido maestro Néstor Luján, pero a escasos seis kilómetros, hay un pueblo muy cachondo, Llívia, un enclave español en territorio francés y allí, Can Ventura, una coqueta casita antigua de montaña, con mucho ambiente y muchos geranios (tienen hasta una máquina de madera de moler chocolate a la piedra) y con una cocina muy cuidada, pero sin llegar a ser nueva, con platos de la tierra, como el pato con nabos o unos canelones de boletus con crema de trufas que…, ¡Ay! qué debilidad.
Estos mismos jóvenes tienen una especie de asador en Puigcerdá, la Taverna del Call, una parrilla al estilo cerdañés, con cocina tradicional y una decoración mucho más desenfadada que permite comer en plan informal, porque aquí de tapas, lo que se dice tapas, ni rastro. Es curioso como en una comunidad que presume de uno de los sistemas de tapas más fastuoso del mundo, su famoso P’amb tomaca y embutidos payeses, una verdadera orgía gastronómica, tengan tan poca gracia para explotarlo. De hecho si quieren callejear para tomarse unas cervecitas, está más animado el vecino pueblo de Bourg-Madame (prácticamente es un barrio de Puigcerdá, pero como está al otro lado de la frontera, pues medró cuando había estraperlo y mantiene su encanto francés).
No he dicho nada de golf, salvo que el Real Campo de la Cerdaña es de cuento, pero a cinco minutos, siete kilómetros, está el de Fontanals, considerado como uno de los mejores de Europa y por tanto sede de numerosos campeonatos internacionales. Es otra cosa, más profesional, más de alta competición, pero también de gran belleza porque todo en este valle es de postal.
Apunto también la opción del Aravell, otro hermoso campo, que si bien está un poco lejos (son 60Km pero de carretera mala con trafico muy denso, así que hay contar una hora larga), pero nos permite hacer paquete con la visita de compras de Andorra, una chorrada pero que tiene su puntito de morbo, porque todavía podemos llevarnos un disgusto si un carabinero nos interviene esa botella de Glenrothes, que seguro que nos ha costado igual que España, pero que hace ilusión pasarla de contrabando.
Allí, en la Seu, hay otro Relais & Châteaux, El Castell de Ciutat, por lo que podemos hacer noche sin perder el glamour de esta lujosa cadena.
y Jugar
Peralada, jugar entre olivos y bañarse en vino
Cuando se habla de esta región, hay que puntualizar que es Alto Ampurdán, porque la siguiente escapada también es Ampurdán, pero no se parecen en nada.
Ambas se pueden conjugar en una porque de Peralada a Pals apenas hay 50Km, pero son carreteras complicadas y con bastante tráfico, por lo que prefiero diferenciarlas, además de que el aire es completamente distinto.
Aquí el paisaje es agrícola, más bien feo, la Cataluña payesa, pero de verdad. Lo que pasa es que el tirón Dalí movió tal cantidad de visitantes, que la industria hotelera floreció.
Ejemplo palpable es el golf Peralada, un antiguo olivar reconvertido en destino turístico por donde cada año pasan miles de jugadores de todo el mundo (no se vayan sin fotografiar los tres olivos milenarios que hay a la entrada, son verdaderas esculturas de la Madre Naturaleza).
El campo es cómodo, muy americano, con laguitos y esas cosas, para hincharse de jugar.
En la misma línea está el Torremirona, tanto el campo como el hotel, porque a pesar de llamarse TorreMirona Hotel Relais, no es un Relais & Châteaux. Sus instalaciones son de gran negocio, nada de hotelito familiar y, en cuanto a la cocina, el comedor del Peralada no tiene nada que envidiar a Torremirona, más bien todo lo contrario. Es más, si no estuviese en un hotel, figuraría en las guías como uno de los grandes (tengan cuidado al pedir, porque se pasan en las raciones).
¿Porqué elegimos Peralada y no Torremirona? Pues porque en este hay un Wine Spa, baños de vino, una cachondada que dicen que rejuvenece y que, aunque yo salí igual que entré, pues tiene su gracia.
Otro aliciente añadido es el casino, no ya por el juego, que a mi no me gusta, sino porque el sitio es una preciosidad, tanto por fuera (el castillo y sus jardines son de cuento), como por dentro, porque es un casino atípico, el gran lujo y con un cenador (solo dan cenas) que sí figura en todas las guías como una de las grandes cocinas de la región.
Y más, porque Peralada es por encima de todo vino, un vino que ha cambiado en los últimos años hasta colocarse entre los más interesantes, no solo de Cataluña sino de España, así que una visita a la bodega es una opción divertida. Les recomiendo que pidan una cata en la Botiga del Celler, la tienda de la bodega, un simpático asador catalán donde hacer una comida tan informal como sabrosa, sobre todo si la riegan con su cava Gran Claustro o con su gran joya, el tinto finca Garbet, pero que cuesta una pasta.
Siguiendo con la manduca, a tiro de piedra, en Figueras, está el hotel Empordá, un comedor que cuando fui hace muchos años, casi salgo corriendo porque parecía una residencia del Inserso, pero que cuando terminé de comer, tenía los ojos a cuadros porque, junto al Hispania, fue la mejor cocina que probé en toda Cataluña, incluido El Bulli en que Ferrán Adriá empezaba a darse a conocer. Es cocina ampurdanesa modernizada, pero con la experiencia que Jaume Subirós ha sabido ir puliendo a lo largo de décadas, siguiendo las doctrinas de su maestro, Joseph Mercader.
A diez minutos del hotel, doce kilómetros, rodeando Figueras, está Mas Pau, el pequeño Bulli, un precioso restaurante hotel restaurante que dirigen Juli Soler y Ferrán Adriá donde, por decirlo de algún modo, podemos degustar los platos que previamente han triunfado en El Bulli, pero sin sobresaltos.
No es una escapada de muchos días, incluso yo recomendaría hacerla combinada con la de Pals, por lo que con estas pistas, ya van sobrados de sitios donde comer, porque comerdorcitos cachondos, esos de cocina casera que a mi me gustan, no encontré nada destacable. Quizás a raíz de esta crítica alguno se dé a conocer.
Direcciones para Comer
y Jugar
Costa Brava, el Ampurdán de los ricos.
Los catalanes, que son muy suyos, cuando quieren describir una casa de capricho, una de esas masías que salen en las revistas de decoración, dicen que es un pesebre (si en Asturias a alguien le dicen que su chalecito es un pesebre, puede haber más que palabras) y de Pals, dicen que es todo un pesebre, porque hace un par de décadas lo compraron ricos industriales barceloneses y se montaron allí sus bomboneras de fin de semana, eso sí, respetando escrupulosamente el carácter medieval del pueblo.
No menos pintorescos y bien restaurados son Peratellada, Torrent o Palau Sator, por lo que podremos dar divertidos paseítos y sacar buenas fotos de nuestras vacaciones, además de encontrar pequeños y deliciosos restaurantes familiares en casitas coquetamente restauradas.
Pero este es un lugar extraño porque, a pesar de ser destino turístico, los accesos son de aldea y, fuera de la temporada estival, y hablo de septiembre, no queda un alma. Hasta las tiendas y supermercados están cerrados. Yo me llevé una sorpresa un tanto desagradable, pero bueno, si a pesar de estar desierto, para ir a tomar unas gambas a Palamós ya tuve que tragar un tráfico de ciudad, no quiero ni imaginar lo que será esa carretera en Agosto.
En este pintoresco rincón, hay una de esas macro urbanizaciones que da miedo solo con verlas desde una foto aérea, Pals Playa, un gran pinar que forma parte del cabo de Begur, todo un ecosistema protegido llamado Les Bases d’en Coll, con humedales, arrozales, dunas, etc. y donde han montado un complejo tipo Miami que tira de espaldas, con cientos de bloques de apartamentos, chalets, centro comercial y dos campos de golf. Para llegar al hotel, yo llegué a dudar de mi GPS, porque pensé que era imposible tener que dar tantas vueltas.
No se asusten al ver una autentica maraña de gigantescas antenas de radio junto al hotel, al parecer están en fase de desmantelamiento y en cualquier caso hace años que no emiten. Incluso, sabiendo que no hay radiación, hasta tienen su gracia como monumento industrial.
Pasado el susto, nos encontramos con la realidad, un magnífico hotel situado en segunda línea de playa y desde cuyas habitaciones podemos salir ya jugando. Muy al gusto americano, ya saben “Resort” y esas cosas, pero tranquilo, incluso acogedor y hasta con buen gusto.
La playa es una gozada, de arena limpia y gigantesca, aunque la piscina del hotel resulta aún más apetecible para después de una partida.
El Pinar es divino y el golf Platja de Pals, es ese pinar, pero talando unos cuantos miles de pinos para hacer las calles y los greenes, o sea, de ensueño. De hecho se pone como ejemplo en otros campos donde suelen presumir de parecerse: “¿Conoce usted el golf de Pals? Bueno pues este es casi igual”. Ja.
A escasos cinco minutos está el otro campo, Serres de Pals, también dentro del conjunto, pero mucho menos sugerente. Dicen que es más técnico, más al gusto de los profesionales, con un hoyo 14, Els Estanyets, Par 5 y handicap 1, con agua a ambos lados y doble dog-leg, o sea, a mala leche, lo que muchos consideran todo un mito. Pero como yo lo que busco es disfrutar, pues me quedo en el de la playa.
Ya de movernos, merece la pena ir al Empordá, que está prácticamente enfrente y es una verdadera maravilla, con 36 hoyos distribuidos en dos recorridos, el Links, que discurre entre dunas y lagos, y así llamado por su parecido con los campos escoceses, y el Forest, así llamado porque recorre el pinar.
Lo que queda bien claro es que, con cuatro recorridos de 18 hoyos a tiro de piedra, esta es una de las grandes escapadas donde bien podemos pasar una semanita de golf intenso.
Y de gastronomía, porque todavía no hemos tocado el tema, pero hay tela.
Dentro del complejo está el Sa Punta, uno de los grandes, de los famosos, de los de autor, pero contando con la personalidad de la zona.
Otro elegante y magnifico es Mas Torrent, pero ese lo vamos a dejar para más adelante porque tiene otras cosas que contar.
En la misma línea elegante está La Cuina de Can Pipes, pero a mi es que duele la mano de gastar así el dinero, por eso simplemente los referencio para que quién disfrute con esas obras de arte, pues que pague, pero a mi lo que me gusta es la cocina de mojar y allí hay un sitio absolutamente genial, el Mas Pou, un precioso caserón de pueblo, con varios comedores, incluso algunos con terraza, y donde casi me pongo malo de tanto comer porque eran todo golosinas de esas que me vuelven loco: manos de cerdo con caracoles, fesols amb ceba (judías pintas secas con panceta a la parrilla), pato con peras, pollito con sepia …, ¡la madre que los parió! Qué gozada y, no se lo pierdan, en guías como La Campsa, ¡ni aparece! Qué payasos.
Una noche podemos escaparnos hasta Palamós, porque son quince kilómetros pero de rotondas, semáforos, tráfico, un asco. Allí el más famoso es La Gamba, en lo que fuera la plaza de la rula, aunque dicen que en el María de Cadaqués, las preparan mejor, porque, obviamente, tendremos que probar las sublimes gambas de Palamós (controlen el precio porque meten unos viajes de susto).
A pocos metros, en la zona peatonal, está la taberna Moni, un barín muy cachondo de tapas, lleno de fotos y recuerdos, pero donde hay más guiris que oriundos.
Para valientes, hay un bar con buenas tapas, pero con fluorescentes, albañiles, inmigrantes y mesas de formica. Esta en San Joan, que es un barrio a las afueras, por la salida que va para Pals, de modo que ya se pueden imaginar qué tipo de trato, pero tienen cosas ricas y sobre todo que podemos cenar de tapas, algo realmente difícil en Cataluña si nos salimos de los grandes núcleos.
Dejo para el final el Mas de Torrent porque no debe considerarse solo como un restaurante, sino como una alternativa para quienes prefieran sacrificar playa y habitación a pie de campo, por lujo a raudales, un Relais & Châteaux considerado por muchos como uno de los mejores de España y con una cocina de las más chics de Cataluña. Tendría que gastar mucho espacio para describir un lugar tan hermoso, de modo que antes de reservar en La Costa, echen un vistazo a su web y escojan según sus preferencias.
Direcciones para Comer