Rodaballo en aceite de anacardos
Esta receta viene a ser casi la misma que la de Rodaballo con almendras , solo que mi chica, entre su variado abanico de alergias, una de ellas es a las almendras y avellanas, así que me voy a los anacardos que sí puede comer, y al final la receta resulta aún más rica.
Como ya dije en la otra receta, este plato lo probé en El Rincón de Pepe de Murcia, el restaurante más chic de la ciudad y verdadero maestro investigador de la cocina morisca y de su tierra (si tienen la desgracia de andar por esas tierras, en el Rincón no se pierdan el Rabo de toro y la Paletilla de cabrito, dos joyas).
Elaboración
Empezaremos por hacer la salsa, o sea, el aceite de anacardos. Para ello ponemos un fondo de un par de dedos de AOVE potente, en un cacillo, añadimos los anacardos partidos menudo y llevamos al fuego, controlando que no suba de 80ºC para que no se lleguen a refreír. Una forma de controlar la temperatura del aceite es echándole unas gotas de limón. Si llega a los 100ºC, el limón explotará, por lo que es un truco un poco dramático. Mejor el termómetro de cocina.
Cuando el aceite huela a los frutos secos, nos ponemos con el rodaballo, aunque dejamos el aceite en las mismas condiciones (a 70-80ºC no se van a quemar). Calentamos la parrilla (si no tenemos barbacoa, pues plancha o Teppanyaki), pintamos el pescado con AOVE, lo salpimentamos y asamos a fuego vivo durante 3-4 minutos por cada lado. Conviene comprobar que esté hecho, para lo que separamos la carne del hueso central, si no se suelta, lo dejamos un poco más.
Servimos en los platos y rociamos con el aceite de anacardos y unas gotas de limón.
De guarnición se pueden poner unas hortalizas a la plancha o simplemente unas Patatas torneadas y al vapor que con el aceitito, están de rechupete.
Maridajes
Cualquier vino blanco le irá bien, a condición de que no sea un frutero. Lo más apropiado. Reo que sería un albariño joven y fresco, o un Treixadura de nueva generación. Recomiendo un Santiago Ruiz o un Viña Meín, y Casal de Armán, a ser posible El Incomprendido, claro.