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Creu de Lavit

 

Bodega: Segura Viudas

DO: Penedés
Uvas: Xarel-lo
Crianza: fermentación y 5 meses en barrica sobre lías
P.V.P.: 9 €
 Extracto del libro La Bodega en casa y sus maridajes, del que pueden ver más pinchando en +

Un blanco de Penedés 

Situado casi a las afueras de la que podríamos llamar Gran Barcelona (hay tantos pueblos dormitorio unidos entre sí, que es difícil definir determinar donde empieza y termina el área metropolitana), el Penedés es la gran bodega de Cataluña, porque si bien su nombre se asocia automáticamente con los cavas, además de estos prestigiosos vinos, en el Penedés también se elaboran blancos, rosados y tintos. De hecho, antes de la explosión mediática de Rías Baixas, los blancos más famosos de España procedían de esta región.
Quizás aquella época marcó una tipología de vinos femeninos, muy afrutados y comerciales, pero esa imagen ha cambiado, o al menos se ha diversificado, porque además de esos floreros, también hay vinos muy serios, como este.
Aunque la web de la bodega describa este vino con perfiles exuberantes de frutas tropicales y flores melosas, lo primero que se percibe en este vino es la madera en la que se ha llevado a cabo la fermentación, para dar paso a una sensación de boca de vino serio, glicérico, seco, del que cuando se va calentando, empieza a desprender algunos aromas florales muy discretos y sobre todo sale la uva Xarel-lo, una de las clásicas autóctonas de la zona.
Es un vino diferente, un vino que debe estar presente en nuestra bodega para esos días en que no queremos frivolidades, sino un vino que se porte seriamente en copa y que a la vez nos colme las sensaciones, porque lo que está claro es que, según se va degustando, van saliendo nuevos matices que los hacen realmente complejo.

Con qué disfrutar de este vino 

Puede parecer una barbaridad, pero cuando abro una paleta de auténtico ibérico de bellota, recojo el tocino limpio que hay que retirar y lo uso para diferentes guisos, porque aporta unos sabores sorprendentes.
Bien, pues en uno de esos inventos, se me ocurrió hacer una pequeña lubina salvaje en esa grasita fundida y la sorpresa fue mayúscula cuando comprobamos que su carne desprendía un sabor más intenso a mar, a lubina. Desde entonces esta receta es un clásico en mi repertorio, pero exige de un vino que esté a su altura, porque si lo acompañamos con un Albariño de esos perfumados, haremos un pastel intragable.
Pero no es solo este plato tan particular quién requiere de un vino blanco serio, sino la mayoría de los pescados de calidad, y cuando digo serio no es que desprecie los maravillosos albariños, godellos, treixaduras, etc., solo que con pescados finos estos vinos se hacen con nuestra boca hasta el extremo de anular las percepciones más sutiles y por tanto la mayor exquisitez de cada producto.
Pero no se queden ahí, experimenten, porque este vino acompaña también perfectamente muchas carnes, por ejemplo una buena chuleta de ternera de Ávila sabra mejor con este Penedés, que con cualquier tinto.       
 
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