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Arroz frito

Arroz frito
 
Arroz frito
Arroz frito

Diciembre 2013

INGREDIENTES 

2 tazas de arroz Basmati al jazmín
½ bote de garbanzos cocidos
100grs de jamón ahumado
6 gambones crudos
5 champiñones frescos
2 huevos
1 bulbo de jengibre
½ cebolla
6 dientes de ajo
1 zanahoria
10 guindillas en vinagre 
 

Junto con el Arroz Thai  y el Arroz tres delicias,  este Arroz frito cierra lo que podría llamar mi trilogía de arroces orientales, aunque en realidad esto no es más que una pedantería sin pies ni cabeza, porque mi chica lo probó con alioli y le daba mil vueltas al condimento de salsa de soja que le añadí yo, con que de oriental tiene menos que la fabada (después seguí inventando variaciones y la trilogía ya debe andar por la decalogía).

En realidad el Arroz frito es una tradición antiquísima china (炒飯, ), que se cree de data de 4.000 años a.C. y que ha ido evolucionando en el tiempo y por las distintas regiones, hasta el punto de hoy día se reconocen más de cien variantes consideradas ortodoxas. Esta desde luego no es una de ellas porque me la he sacado de la manga.
La realidad es que pensaba preparar un Thai, pero como siempre suelo hacer, recogí lo que me parecía que podría configurar un rico arroz frito y salió esto, muy sabroso, francamente bueno, pero desde luego con sabores que nunca han debido probarse más allá de la India.
¿India? Bueno, es un decir, porque parece ser que el incierto origen de los garbanzos se sitúa en Siria. Lo indiscutible es que llegó al subcontinente en la antigüedad y desde entonces forma parte de la cocina tradicional de casi todas las culturas hindúes.
Pero bueno, esta es otra chorrada porque su génesis real era hacer algo de comer que reparase nuestro maltrecho cuerpo, una de esas recetas que recomiendo tener a mano en estos días de Navidad, para descansar el hígado de tanta celebración y chorrada festiva. Mi última receta del maldito 2013.

La receta 

Empezamos por hacer un simple arroz blanco poniendo en un cazo el arroz con la misma cantidad de agua y un pellizco de sal. Cuando rompa a hervir vigilamos hasta que desaparezca el exceso de agua, removemos con cuidado y dejamos reposar (el grano absorbe el agua y al cabo de cinco minutos está perfecto).
Mientras, hacemos la tortilla. Para ello batimos los huevos en un bol con un chorrito de agua y una pizca de sal. Lo vertemos en la sartén y dejamos que se cuaje, solo hasta dejar de estar líquido. Levantamos un extremo, la enrollamos como si fuese una filloa y reservamos.
Vamos con el sofrito. Cortamos los champiñones en láminas, la cebolla bien finita, los ajos en cuatro, el jengibre (pelado) en rodajitas delgadas y luego en cerillas, el jamón en tiras, los gambones al centro (conviene quitarles el cordón negro que les recorre el lomo porque suele contener arena y lodo), la zanahoria (pelada) se ralla en grueso y las guindillitas en cachitos.
Lo más gordo, ya está hecho, que no ha sido moco de pavo, porque la receta es fácil de elaborar, muy sabrosa y barata, pero también se las trae, porque da buena lata.
Escogemos una sartén grande, porque tenemos comida para un regimiento.
Ponemos un buen chorro de aceite, la cebolla y los ajos. Cuando empiecen a freírse, añadimos el resto de los productos, todo, incluidos los garbanzos y el arroz.
Si somos unos virgueros, lo salteamos, sino, pues lo removemos con cuidado. Los orientales, los de verdad , no como yo, usan unos woks con mango para saltear el arroz lanzándolo al aire. Es formidable, pero conviene entrenarse poco a poco porque, del primer intento de salteo, podemos rociar de arroz media casa.
Pare rematar el despotorro yo le puse una hojita de menta fresca, más que nada porque tenía una maceta en la ventana de la cocina, pero resultó muy agradable en boca, un bocado de frescor.

Un vino para cada plato 

Los tres elementos peligrosos a la hora de maridar este plato son los gambones, los garbanzos y el jengibre. Este día lo probamos con un San Román, que está bueno con todo, y claro que resultó delicioso porque lo bueno de este plato es que, hasta los sabores discordantes antes citados, se ven envueltos y hasta un gran vino tinto tiene defensa, no obstante sigo pensando que lo más apropiado con todas las comidas orientales (aunque sean asturianas como esta), es un blanco aromático, como el Monte Blanco de Ramón Bilbao, un formidable verdejo de nueva generación que nunca falla, bueno, bonito y barato (sobre todo, bueno).

Escrito por el (actualizado: 21/03/2015)