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Sidra en Madrid

 
Diario El Comercio año 2.000.

He dejado pasar unas cuantas semanas para digerir con calma el bochornoso espectáculo que tuvimos que padecer los cientos y cientos de asturianos que pasamos por el último Salón del Gourmet en Madrid, y es que junto a otras comunidades que lucieron sus mejores galas (y no me refiero solo a las grandes), Asturias, la provincia de la que toda España está hablando por el increíble momento gastronómico por que está atravesando, brilló, ... pero por su ausencia.

Todas, y puntualizo, todas las comunidades, incluidas las islas (de Ceuta y Melilla no puedo recordar si estaban), tenían sus áreas reservadas, sus espectáculos, sus degustaciones, sus novedades, su dignidad.
Todas menos Asturias, claro.
«Debe ser que solo podemos presumir de los escándalos de Cajastur, la F.S.A. y los conflictos en Astilleros, me comentó un conocido restaurador asturiano que andaba por allí con cara de circunstancias, y eso no debe ser muy gastronómico».
Desde luego que no, amigo, desde luego que no, mas bien es un plato intragable, y después de un gobierno que nos estuvo haciendo comer sapos durante cuatro años, parece que este, que por cierto ya lleva diez meses en el poder, no muestra mejores trazas.
A la vuelta del mal trance me tomé la libertad de preguntar al Consejero de Medio Rural y Pesca si se les había pasado por alto (vayan ustedes a saber, con tanto trajín político), que en Madrid se celebraba tan importante acontecimiento y su respuesta me dejó mas helado aun si cabe: «Estuvimos hasta el último minuto intentando formar un stand con productos gastronómicos asturianos, por supuesto incluida la sidra, los quesos, conservas, etcétera, y nos fue imposible llevarlo a cabo porque solo hubo una empresa que se animó a participar».
Despuás de oir esto les aseguro que me dieron ganas de escupir, sobre todo habiendo tenido que aguantar desplantes y groserías de señores que se quejan a gritos de no recibir ayudas de la administración, quizás para cambiar de fastuoso Todoterreno de lujo.
Con muchas ruedas de molino nos han hecho comulgar los queseros y los lagareros asturianos, en mi caso hasta enfrentarme públicamente en varios de comunicación con mi amigo Carlos Delgado por solidarizarme con ellos al recriminar su postura cuando decía: «No es de extrañar, por tanto, que la ancestral calidad de la sidra asturiana sea contestada cada vez con mayor acierto por la sidra de otras latitudes y comunidades».
Perdona Carlos, ya sé que amas a Asturias tanto o mas que yo, y que cada vez que puedes la ayudas mas de lo que se podría pedir a cualquiera de los que vivimos aquí.
Por defender una causa que usa y abusa de la asturianía solo en beneficio espurio de unos pocos empresarios, me ví cegado y no comprendí el alcance de tus palabras.
Hace pocos días tuve que soportar las soeces carcajadas de cierto lagarero cuando salió la conversación de ese lagar gallego que apunta hacia nosotros con sus sidras. No sé como sonarían hace años las de los ganaderos cuando se les hablaba del queso azul francés, de las leches de Holanda, de las mantequillas danesas, de las manzanas de Rumanía, de los maices transgénicos de Canadá, o de las nueces argelinas, pero lo que sí sé es lo que pienso contestar cuando en los restaurantes asturianos vendan sidra natural de mesa elaborada en Chantada, o por algún baserritarra guipuchi.

¿Verdad que sí?

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