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Mallorca, sabrosona ...

Óscar Cabrera, chef del restaurante Es Molí des Comte (Palma), recibiendo el premio
 
Óscar Cabrera, chef del restaurante Es Molí des Comte (Palma), recibiendo el premio

No sé porqué, pero los peninsulares, al menos yo, tenemos la idea de que Mallorca es un sitio muy hortera, destino de lunas de miel baratas, de vacaciones de entretiempo del Inserso, y de algún colegio de monjas que lleva a las niñas a Valldemossa para que sueñen con ser las amantes de Chopin, ciscándose en la memoria de George Sand, que era un poco roja y dicen que mató a polvos al pobre músico, aunque yo creo que, además de tísico, murió de cursi.

Sin embargo esta isla, evitando las consabidas aglomeraciones turísticas, es una verdadera preciosidad, hasta el punto de que, haciendo fotos en una bodeguita nueva que han levantado en Alaró, muy cerca a Binissalem, pensé: “Si alguna vez Asturias se declarase Pincipado independiente (nunca se sabe), no me importaría nada venirme a vivir por estos valles”.
Y es que, encima de esa belleza natural, parece como si sus políticos pensasen, algo insólito en esa especie, porque están haciendo planes de promoción turística de alta calidad, basándose en su gastronomía. O sea, de sentido común.

Con motivo del VIII campeonato de cocineros, que dicho sea de paso ganó el joven Óscar Cabrera, chef del restaurante Es Molí des Comte (Palma), y del II Sumilleres, ganado por Miguel Angel Gener del restaurante Ben´s D´Avall (Sóller), la Consejería de Turismo invitó en calidad de jurado, a unos cuantos críticos foráneos, para así, de paso, mostrarnos que no solo de ensaimadas viven aquellas gentes.

Probamos embutidos tan originales y deliciosos como camaiot, que no puedo describir porque no hay nada parecido en el resto de España (en el salón de la Escuela de Hostelería, donde se celebró el concurso y que es una verdadera pasada, pusieron unas mesitas con degustaciones a las que como es habitual nadie hizo ni caso, hasta que dí la voz de alarma y los camaiots, volaron).

En la primera cena, Koldo Royo nos puso unas gambas de Sóller, ligeramente pasadas por ajillo y con las cabezas al lado para chupar, ¡divinas! Vamos, tan exquisitas, que hasta le perdonamos sus chistes.

En la segunda, bodega Maciá Batle, fideus de verema (fideos de vendimia), un plato clásico de estas fechas, aunque aligerado dada la condición de los comensales, ya que es como una fidegüa caldosa con despojos de cabra y nos la hicieron con corderito. De segundo, lechoncita, algo mayor que el cochinillo de Arévalo, pero muy desengrasada y con una piel crujiente como una baguette. Formidable, y todo regado con ese Mantonegro, cuyo mosto y uvas probamos antes de la cena, un festival.

Me tocó la temporada de la Llampuga, un pez feísimo, parecido de sabor al jurel, pero más fino, aunque el canalla del cocinero le echó por encima un pisto hecho con tomate de lata que lo mató.
En la cena del Mediterraneo 1930, me dieron en la diana: empanada de anguila, una de mis golosinas preferidas, pero después, sirvieron un frit, que es un salteado de verduras con hígado de cordero, tan delicioso, que quienes se reservaron para la caldereta de langosta, se arrepintieron.

Pero el gran día fue en “Botiga de vins y Taller de cuina, Malvasía”. El colega Proensa tenía que hacerle un reportaje porque es la mejor oferta de vinos de España y Juan, el anfitrión, nos obligó a probar algunos de sus platos (veníamos de catar los correspondientes del concurso de cocina, así de apetito, poquito). Brillante, una de esas cocinas en que cada receta se ha preparado no para salir en la foto, sino para que comensal rebañe hasta el barniz de los platos. Los calamares de potera salteados y emulsionados con aceite crudo, los rovellóns en su jugo, un tronco de atún semicrudo (una especie de Tataki, pero con sabor mediterráneo) y un arroz con salmonetes ¡Hay qué arroz, madre mía!

Claro que también nos tocó sufrir la majadería de un cocinerito que iba de genio y que, en la cena de gala, nos sirvió el entrante a las diez (22h), el primero a las once (23h), el segundo a las doce (24h) y el postre ya ni lo sé, porque estábamos todos completamente borrachos. Habrá que escribir algo al respecto, porque esa práctica, cada día más frecuente, atenta contra salud de las víctimas, ya que no hay organismo que soporte comer en plena digestión.

Bien por Mallorca. Bien, bien , bien.
He decir que, junto a Asturias, este será mi destino más recomendado en la guía Mis Mejores Escapadas de Golf y Gastronomía. Quizás debieran tomar nota otras comunidades, entre ellas Euzkadi, no vaya a ser que tengan que comerse los vascos todo su Txangurro y se les indigeste.

Escrito por el (actualizado: 11/01/2014)