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Cuba, sueño o pesadilla

Pepe Iglesias y José Fernández, vicepresidente del gobierno de Fidel Castro.
 
Pepe Iglesias y José Fernández, vicepresidente del gobierno de Fidel Castro.
Escrito para la Revista Restauradores, año 1995. Nunca fue publicado, quizás por ciertos intereses espurios.

Desde hace algunos meses, la posible transición política de Cuba es motivo de expectación entre los empresarios más audaces de Europa y buena prueba de ello es el constante ir y venir de miles de observadores que buscan ese resquicio entre la dictadura de Fidel y una esperada nueva era, para poder colarse y ser los primeros de la fila a la hora de repartirse una tarta que a todos se nos antoja muy apetitosa.

Todos los países democráticos piden a Fidel que deje respirar al pueblo cubano, hasta el Papa de Roma reza por ello y la señora Clinton parece haber convencido al presidente yanqui para que alivie el bloqueo.

La idea es buena, aun más diría yo, excelente, tanto por parte de los avispados inversores que vuelven a soñar con hacer las Américas, como por la administración cubana, que de este modo, sin derribar el orgullo nacional conquistado por la revolución durante tres décadas, podría sacar al pueblo de las penurias derivadas del bloqueo imperialista y, de este modo, cuando dentro de unos años la isla se abra definitivamente y los chacales capitalistas quieran entrar a saco, se encontrarán con un país desarrollado económica y socialmente, que no se dejará impresionar por el brillo de su oro.

Hasta ahí lo que soñábamos todos los integrantes del grupo de ayuda humanitaria organizado por los concejos de Cudillero y Valdés que fuimos a la Habana con el fin de apoyar este proyecto y socorrer provisionalmente a los familiares asturianos que allí tenemos, llevándoles medicamentos, ropas y algunos alimentos básicos.

Desgraciadamente nuestros sueños se hicieron astillas al ver la situación real y sobre todo después de una cena privada a la que el vicepresidente José Ramón Fernández, el "Gallego", nos invitó para cambiar impresiones sobre el presente y futuro de las relaciones hispanocubanas.

"Patria o muerte", fue la consigna revolucionaria que mantuvo en pie a miles de cubanos durante casi siete lustros frente a las provocaciones imperialistas y a las tentaciones con que el capitalismo quería seducir a la población.
Siete lustros de orgullo patriótico que mantuvieron un estremecedor pulso con el Goliat gringo y que nos hicieron concebir esperanzas de gloria a todos los que simpatizamos con el pensamiento político de izquierdas.

Pero poco vale ese patriotismo cuando la realidad es que la única moneda que permite comprar comida es el dólar, o cuando ves pisoteada tu dignidad humana al comprobar como, para poder dar de comer a tu familia. tu mujer tiene que ir a ligar con los turistas mientras tú intentas robar alguna cartera, o vender de estraperlo alguna caja de puros falsificada.

Con lo que el estado administra a través de las cartillas de compra, una familia de cuatro personas solo puede hacer una comida al mes y como el equivalente de un sueldo medio ronda las mil pesetas mensuales, pues evidentemente con eso no se puede comprar mucho en un "shopping" donde hay que pagar inexcusablemente en dólares y cuyos precios son aun más altos que en Europa.

Un médico cobra 350 pesos y algunos otros 150 más en concepto de pluses por dar clases en la facultad, guardias, intervenciones de urgencia, etc., en total no supera los 500 pesos, unas 2.500 pesetas, lo que si consideramos que una comida en un restaurante viene a costar unos 50 $ (6.000pts), es comprensible que cada hotel de la Habana esté invadido de "jineteras", así se llaman allí las prostitutas, que ofrecen sus cuerpos a cambio de una cena y una ducha, a pesar de ser licenciadas en medicina, arquitectura, psicología o cualquiera otra carrera superior.

Pero todo esto sería soslayable si solo se tratase de una situación transitoria debida al bloqueo internacional, como intentan transmitir los dirigentes castristas, pero el problema es mucho más profundo.

La cúpula militar no quiere que el pueblo produzca, porque eso podría abrirles los ojos y desestabilizar la situación, al demostrar que la función paternal del estado no solo no es imprescindible, sino más bien nefasta.
Cuba es un país tan rico que si tan solo se explotasen un tercio de sus recursos naturales, no solo podría ser autosuficiente, sino que incluso su pueblo viviría en la abundancia.

En apenas unos minutos de coloquio previo a la entrevista con el vicepresidente, sobre la mesa se plantearon una docena de negocios de alto contenido social que podrían desarrollarse a través de sociedades mixtas hispanocubanas. Una vez empezada la cena, el señor Fernández inició un monólogo tan solo interrumpido por la respuesta a algunas de sus preguntas sobre la situación actual del PSOE en los distintos municipios allí representados. Ya estaba todo dicho.

Mientras los revolucionarios que entraron a lomos de mulas en la Habana en Enero del 59 sigan dirigiendo los destinos de Cuba, allí no habrá apertura, ni comercio, ni nada de lo que el mundo occidental considera bienestar social.
Cualquier intento de iniciar un negocio legal es absolutamente inviable por el momento.

Eso sí, para los mafiosos, macarras, traficantes y otras escorias de nuestra sociedad, en estos momentos Cuba es un Eldorado donde solo se necesita carecer de escrúpulos, ética y moral, y con tan solo ese precepto, hasta el más tonto se puede forrar en cuatro días.

Es sorprendente ver como en los hoteles de lujo se pavonean y despilfarran cantidades ingentes de dólares los proxenetas que van a reclutar mulatitas para alternar en los prostíbulos de las carreteras españolas, los traficantes de antigüedades que compran pintura del XIX a cambio de una caja de aceite, los mercaderes de tabaco de estraperlo quienes, a la sombra de algún alto cargo policial, sacan más cajas de Cohibas de las que vende la propia empresa Cubataco, o los chatarreros, que nadie saben lo que están comprando o vendiendo, pero lo cierto es que se están poniendo las botas con un misterioso negocio clandestino.

Una empresa de recogida de basuras asturiana, líder en tecnología de reciclaje, lleva meses intentando prestar sus servicios en una ciudad como la Habana donde las basuras se amontonan en cada esquina creando una situación de auténtico riesgo para la salud pública, pero como saben que para que funcione la empresa los trabajadores han de cobrar un salario digno y por supuesto en dólares, pues no hay trato, porque el responsable del ayuntamiento considera que eso sería un comportamiento capitalista.

Un miembro de nuestro grupo le preguntó al vicepresidente si se le permitiría crear una sociedad hispanocubana que fabricase y comercializase panes y pizzas: "Ya tenemos de eso acá, no necesitamos más" contestó, sin embargo todos los productos de catering que utilizan, tanto Cubana de Aviación, como los hoteles estatales, son preparados y envasados en Canadá y Méjico. Ni hacer ni dejar hacer, parece la consigna.

¿El turismo trae dólares? ¡pues viva el turismo! Pero de ahí a permitir producir en la isla todo, o parte, de lo que ese turismo consume, hay un abismo infranqueable.

Ahora se han abierto unos restaurantes privados llamados "Paladares", en los que permiten tener cuatro mesas y doce sillas. Allí una comida cuesta entre 5 y 12 dólares, según se coma carne con congrí o langosta, lo cual comparado con los restaurantes oficiales donde ese mismo menú costaría 50$, pues es una ganga y el servicio es mucho amable y divertido. Sin embargo la mayor parte de los productos que allí venden son de estraperlo y si quieres comer una langosta fresca (las oficiales son colas congeladas), es necesario tener la confianza necesaria con algún tabernero que se arriesgue a jugarse la cárcel a cambio de una langosta de estranjis, pieza que por supuesto le es vendida por algún policía intermediario entre el pescador y el consumidor.

Un familiar me decía: "Mira hermano, cuando viene un ciclón grande y se hunde alguna casa, llegan los hombres de las cuadras vecinas para llevarse los ladrillos y las tuberías, luego viene un Bulldozer y lo allana todo, plantan unas flores, colocan un busto de José Martí, y ya tenemos otro parque".

Porque eso sí, el sentido del humor es lo único que no han podido quitarles:"Nuestros hermanos de Miami nos llaman cobardes por no derrocar a Fidel, ¡pero es que no tenemos ni dinamita para hacer bombas!". "Acá no hay restricciones de luz, agua o gas - me decía un pariente de Pinar del Río - ahora decimos que nos los dan de vez en cuando".

Mal están en Cuba las cosas para las personas decentes, mal, pero que muy mal porque hasta los militantes del partido ven esta situación absolutamente insostenible y muchos temen que la menor chispa pueda desencadenar un auténtico baño de sangre, por eso colaboran con un régimen inhumano, a pesar de desear el fin de ese sueño que les vendió Fidel y que se ha convertido en pesadilla.

Pero de momento solo se puede hacer eso, desear que todo acabe pronto, porque otra cosa, según los dictámentes del Art. 75 inciso B de la Constitución de la República, por el que la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, reunido en la sesión del 5 de Septiembre de 1995 sancionó la nueva ley 77 de la Inversión Extranjera, el Ministerio para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica solo permite eso, esperar.

Escrito por el (actualizado: 13/03/2014)