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Pienso para niños

Un súper Burger de colesterol
 
Un súper Burger de colesterol
Publicado en revista Viandar, año 2004
 
  • - Mamá, pienso
    - Sí hijo, sí, piensa.
    - No, no ¡que quiero mas pienso!

Acabo de ver por la tele un anuncio en que la supuesta madre saca unas obleas de un producto cárnico que tira sobre la plancha y el resto de la familia grita algo así como: “Qué rica cena”.

El aspecto del engrudo es tan repelente que hasta los actores, tras su forzada sonrisa, traslucen una incontenible sensación de náusea.

Poco después, en un reportaje de Discovery Chanel, se denunciaban las manipulaciones que hacían habitualmente las fabricas de comida prefabricada, llegando al extremo de conseguir borrar el código genético de las carnes usadas para evitar el posible rastreo de estas.

Y no hablemos ya del indiscriminado uso de aditivos acumuladores de agua para vender esos filetitos empanados de pasta de pollo, cerdo o merluza, que en realidad nadie sabe de que están compuestos.
Un estudio del laboratorio IdentyGEN del Trinity College determinó que, si bien las proteínas hidrolizadas eran intrazables, en los propios filetes de pechuga de pollo analizados, había genes de bovino.

La lucha por el precio mas competitivo ha convertido la industria alimentaria en una verdadera carrera hacia la locura.
Ese monstruo, del que todos hablan pero nadie ha visto y que genéricamente se llama Marketing, está ganando la partida a la Humanidad. El diseño de un producto alimentario de gran consumo se inicia a partir de la campaña de publicidad. Algo así:

  1. Que el o la comprador/a, vean claramente que, a pesar de sus limitaciones psíquicas, son capaces de hacer comestible lo que compran sin otro esfuerzo que abrir el paquete y pasar su contenido por un microondas, o, a lo sumo, por una freidora (lo de la sartén requiere cierta destreza).
  2. Que el producto pase los debidos controles sanitarios para poder salir al mercado sin trabas ni responsabilidades (o sea formulismos burocráticos ya que lo antes descrito debería ser restrictivo, pero como todavía no hay reglamentación que especifique la prohibición de anular la trazabilidad de un producto semiartificial, pues se establece un agujero, vacío legal por donde pasan millones de € al día).
  3. Que tanto el envoltorio como el aspecto del producto final, se parezcan a alguna comida basura que salga en teleseries yanquis para no desentonar en los lineales.
  4. Que el costo del producto en sí sea prácticamente despreciable para poder jugar solo con los números de distribución, publicidad, promoción y, por supuesto, fabulosos beneficios.

Lo último a mí me parece bien, porque demuestra inteligencia, pero todo lo demás, vulnera tan groseramente los mas elementales principios del Bussines Etic, que no me queda mas remedio que patalear (otra cosa no se puede hacer porque todas/os esas/os individuas/os, nunca leerán una revista como esta ¡imagínense!, qué despilfarro, ellos que ponen en peligro su salud comiendo pienso de dudoso origen para ahorrar 1 € al día, como para despilfarrar 4€ en un Viandar, con lo que cuestan las entradas del fútbol, la peluquería o el alerón fosforescente para el tunning de su Megane).

Hace veinte años participé en un foro en que intentábamos adivinar como se comería en el siglo XXI.
Escuché las mayores estupideces que pudiese imaginar, pero la realidad ha superado la ficción.
¿Como es posible que un país con la tradición culinaria española haya podido caer en semejante estado?
Un guiso de patatas con chorizo, para una familia de 6 personas, cuesta exactamente 4 € (1cebolla, 2 Kg de patatas, 1 cabeza de ajos, 2 chorizos, tomillo, laurel, cayena, 1/8 litro de aceite de oliva), se ensucia una cazuela, se tarda 10 minutos en preparar y otros 30 en cocerse, sin mas esfuerzo que el calor de la cocina. Aporta nutrientes saludables (fibras, ácido oléico, vitaminas, minerales, etc.), reconforta el cuerpo y está de miedo.

Un plato precocinado de baja calidad, cuesta de media 3€/ración, o sea 18€ para esa misma familia, su preparación ensucia la sartén y la cocina, pero sobre todo el estómago, contiene cantidades insospechadas de colesterol malo (LDL) y por supuesto aditivos de cuya acción no se sabrá nada hasta que haya sido eliminado del mercado. ¡Y encima saben a demonios!

¿Porqué se consumen?
Porque salen en la Tele.
Acojonante, sobre todo si tenemos en cuenta que cada día las secciones que contienen esos productos aumentan en detrimento de los despachos de hortalizas, carnes y pescados frescos.
Los niños ya tienen tetas de travesti, niveles de colesterol que incluso en adultos serían patológicos, granos infectos y una esquizofrenica mirada de loro en cautiverio.

Nuevas enfermedades psíquicas, como la adicción a la Play Station son ya habituales entre los adolescentes y sobre la forma escatológica de sus indumentarias, cabría toda una tesis psiquiátrica.
No duden de que todo esto se debe a estos piensos con que las amas de casa alimentan a sus cachorros.
La incorporación de la mujer al mundo laboral impide que preparen deliciosos hojaldres de salmón o aquellos divinos canelones que mi madre hacía con litros y litros de perfumada bechamel.

Unas simples albóndigas requieren imaginación, destreza y, sobre todo, tiempo, algo de lo que todos carecemos, pero coño, de ahí a que por el simple hecho de que basta con meterlo en ese diabólico invento llamado microondas, coman bazofia con envoltorio de colorines, hay un trecho.

¡Madres de España! pensad en el zoo que estáis construyendo. Cocinad y no sigáis envenenando a vuestra descendencia.
¡Hijos de España! rebeláos contra el contubernio de las multinacionales de la alimentación y si vuestras madres os dan pizzas congeladas ¡matádlas! (a las madres, claro, y a laas multinacionales también).
He aquí algunas pistas de guisos que cuestan menos que el peor de los platos precocinados, su elaboración es tan simple como ese precario recalentado, el tiempo de elaboración resulta despreciable, se mancha menos la cocina y encima son infinitamente mas ricos y saludables.

  • - Patatas guisadas: pueden ser con chorizo como las que indiqué, pero se pueden hacer también con calamares, pollo, costilla o morcillo de ternera, tacos de bonito, chicharro o cualquier otro pescado barato (un marmitako es delicioso y facilísimo) .
  • - Sopas: es una costumbre perdida por culpa del Avecrem, pero muy saludable y una reconfortante cena. Por ejemplo de un buen cocido quedan litros de sopa. Con un pollo, unos puerros y unas zanahorias, haremos cuatro litros de caldo para tomar con fideos o en consomé. Una buena cabeza de merluza o de rape, con una cebolla y un par de panojas de maíz, hacen dos o tres litros de sopa de pescado (con pan duro y un huevo batido, es toda una cena).
  • - Arroces: no hace falta hacer un curso de paellas, los arroces en caldero o melosos, son muy sencillos y rápidos de hacer. Use un caldo sabroso de verduras, carne, pescado, o lo que pille. En una sartén ponga a cocer la misma cantidad de arroz que de agua y cuando vea que empieza a quedar peligrosamente seco, añada otra medida de ese caldo, remueva y deje reposar diez minutos sin fuego y con un papel de periódico cubriéndolo. Ya está.
  • - Fideguás: lo mismo que con el arroz, pero usando fideos gruesos de fideguá, claro.
  • - Estofados: los de carne tardan tiempo, pero, dejándolos a fuego bajo, no requieren atención y se pueden ir haciendo mientras nos embrutecemos viendo la tele.

Es algo mas facil hacer un chopped a la plancha o darles a los niños un bollicao de colesterol, pero degenera la especie.

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Escrito por el (actualizado: 03/04/2014)