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Sanidad en los restaurantes

 
Publicado en el diario El Progreso, año 1993.
 

Si algo compensa de tantos sinsabores a un profesional que empeña su bienestar por conseguir el progreso de su sector y dignificar su profesión, eso es sin duda ver como poco a poco son cada vez más los adeptos a esa filosofía y como las propias autoridades reconocen que lo que en su día fuera calificado de utopía, hoy ya es una realidad con tanto peso especifico que apenas si el mas bravucón se atrevería a desafiarlo (algunos lo intentan pero firmando cartas con nombre falso).

Este es el caso de los que tenemos el orgullo de haber creado el Simposio de Hostelería y Gastronomía de la Mariña y que este año ha dado la talla de lo son capaces de hacer un grupo de profesionales aunque no cuenten con presupuesto; el año que viene D.m. este simposio tendrá caracter internacional y por supuesto nadie estará tampoco obligado a asistir.

Y si digo esto es porque los asistentes a las conferencias que tuvieron que soportar mi presencia, también disfrutaron de lo lindo con los coloquios que allí se formaron, especialmente el último día en que Miguel Martinez, inspector de sanidad y representante de dicha consellería, tuvo que sufrir el acoso de los restauradores que plantearon problemas que de haber estado allí el propio ministro, hubiese tenido que ofrecer su dimisión.

El señor Martinez hizo una exposición tan detallada de los riesgos que se pueden crear en una cocina por la falta de higiene y nos mostró tan exhaustivamente los medios que había que utilizar para remediarlos, que cuando terminó, no pude por menos que preguntarle como era posible que la humanidad hubiese sobrevivido a tantos años de insalubre hostelería.

El publico estalló en aplausos cuando uno de los asistentes preguntó al señor Martinez porqué en los establecimientos inspeccionados se levantan actas y se imponen sanciones por no tener un grifo de pedal y en las ferias el propio conselleiro come públicamente pulpo en un tenderete donde lavan los platos en un barreño de mas que dudosa higiene.

El sufrido inspector tuvo que reconocer su impotencia cuando se le preguntó como era posible que si los manipuladores tenían tan transcendente responsabilidad, en este país haya que estudiar siete años para despachar frasquitos en una farmacia y sin embargo no se exija título alguno para abrir un restaurante.

Y es que francamente las cosas en esta profesión no tienen ni pies ni cabeza, pero al menos con estas reuniones de profesionales, podemos decirles a los gobernantes lo que pasa de verdad en el sector y ponerles a caer de un burro, aunque haya tenido que pagar el pato un inocente funcionario, el simpático y encantador señor Martinez. 

 Si le interesa leer más sobre este tema, pinche en el icono Buscador (ángulo superior derecho de su pantalla) y escriba la palabra objeto de estudio. También le recomendamos consultar el enlace a Escuelas de hostelería 

Escrito por el (actualizado: 01/10/2014)