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Ponga usted un restaurante

 

Julio 2009

En mis tiempos, a mediados del siglo pasado (lo digo en serio), abrir un restaurante suponía un gran reto, una aventura empresarial que requería profesionalidad, experiencia, responsabilidad y hasta cuantiosas garantías financieras, porque, por ejemplo, mis padres, cuando abrieron el Horno de Santa Teresa, tuvieron hasta que empeñar las joyas de mi madre, y eso que mi padre era un médico de reconocido prestigio con plaza propia en la cátedra de estomatología de la Facultad de Medicina de Madrid.

Hoy no. Hoy se ha puesto de moda abrir un restaurante sin tan siquiera saber freír un huevo, algo que antaño también podía hacerse, pero solo si el dueño era un gran profesional, que sabía montar su propio equipo y dirigir la orquesta sin quitarse la corbata.

Esto tampoco hace falta hoy día.

Este fenómeno se inició en Madrid en los años ochenta.

El libreto de la zarzuela es el siguiente:

  1. El pagano: famosete de turno que tiene un saquito de pasta y que se ha enterado que la hostelería es una mina.
  2. El listo: relaciones públicas en paro que convence al famosete para que ponga la pasta y la cara, porque del resto ya se encarga él (total, para montar un restaurante, no hace falta títulos, solo pasta y cara).
  3. El equipo: el RR.PP., que conoce la farándula, se levanta un cocinerito de cierta fama y un maître espabilado, a quienes ofrece el doble de lo ganan en el restaurante legal donde han aprendido el oficio.
  4. El montaje: como el RR.PP. es habitual de saraos, contrata al decorador de moda para que ponga un sitio muy mono (yo he sido testigo de restaurantes que se montaron sin tener en cuenta que había que incluir una cocina).Atrio
  5. El Marketing: el RR.PP., que de esto sabe un, montón, copia de varios chefs acreditados su historia, y así escribe la propia según las corrientes del momento: Cocina innovadora pero basada en los sabores antiguos de la abuela que era una gran cocinera, con materias primas de primera calidad traídas directamente de...
  6. El Boom: el RR.PP. cumple brillantemente con sus funciones, invitando a lo más florido de la Jet, para que la prensa rosa hable cada día del Fru-Fru, que es como se llama la bombonera.
  7. El resultado: cuatro meses de fiesta, toda la ciudad pasa por el local porque hay que estar a la última, y después, como todo es un blablá y los clientes salen indignados y echando pestes del sitio, pues el tingladillo se viene abajo y el pagano ha palmado unos cuantos millones por hacer el primo. El queso de la fábula de La Fontaine “El cuervo y el zorro” (en España, por joder un poco, se tradujo como “La zorra y el cuervo”).

- Bueno hombre - interviene mi lector impenitente que hacía mucho que no hablaba – pues ya tiene su merecido ¿De qué se queja usted?

- Pues mire usted, en primer lugar de la retahíla de pufos que dejan detrás (proveedores, empleados, alquileres, seguridad social, impuestos, etc.), en segundo, el daño que ha causado a la hostelería, porque, además de malear al personal, si fuese uno pues no pasaría nada, pero en aquellos años, cuando un servidor era secretario general de la asociación de restaurantes de Madrid, en un año abrieron y cerraron casi un millar de estos esperpentos, lo que significa una nube de clientes que pierde la hostelería seria durante ese periodo de tomadura de pelo. Hoy como ya no soy hostelero, solo me quejo del engaño intencionado que se ejecuta sobre el consumidor y la imagen que se trasmite de una ciudad o región, en este caso, de Asturias.

- ¿Pero no hablaba usted de Madrid?

- Si, pero ahora hablo de Asturias, porque ayer me tocó hacer el primo en Gijón. Como dijo mi Santa “Pepín, parece mentira que a tus años te la cuelen así”.

La patética experiencia de ayer. 

Ya saben ustedes que no hablo de los sitios que no me gustan. Me callo y basta. Salvo que me tomen el pelo, claro, porque entonces, embisto.

No les voy a contar los pormenores de la tediosa invitación del RR.PP. (este caso “la”, porque se trata una RR.PP., Lucía, una señora de alto rango en las esferas de Cultura Oficial Asturiana, que, a la vez, es arte y parte de este montaje), porque son detalles técnicos, digamos que internos, solo hago este apunte como aviso a los navegantes: “Procuren no invitar a Pepe Iglesias, no vaya a ser que escriba algo sobre su restaurante”.Mazamorra

Consiste en que un distribuidor, más o menos avispado, convence a un incauto inversor de lo fácil que es hacer Cocina Tecnoemocional, como la bautizó otro jeta, un tiratintas asalariado de El Bulli (generalmente suele ser un padre, suegro, cuñado rico, o algo parecido, que quiere tener al lebrel atado para que no se despiste, y no se le ocurre nada mejor que ponerle un restaurante).

Con esta maravilla de la técnica, hasta el más tonto del pueblo se convierte en prestigioso Chef por el arte de Birlebirloque, porque no hay más que abrir el sobre de vacío, poner el contenido en el plato (en el supuesto de que sea ese guiso casero, especialidad de la casa, que le enseñó a hacer su abuela Sara, hay que pasarlo por el microondas), se adorna con las cuatro monerías que el mismo distribuidor también le vende, y ya está montado el restaurante.

Hay que gastarse algo de dinero en decorar el comedor, aunque ahora, con esto del Minimalismo, se puede hacer con tres pesetas, porque si les digo como describen los hagiógrafos locales este comedor (pueden ver las fotos en El Espacio y las poesías en Repositorio de prensa, y no es coña, lo llaman así), les parecerá que es el Guggenheim, cuando en realidad, más que Minimalismo, se debería llamar Carencialismo, porque no hay nada.

No me digan ustedes que no les entran ganas de montar un restaurante ¡Pero si es una tontería, lo puede manejar hasta un político asturiano!

Eso sí, el que puso la pasta, ya puede despedirse de ella, y seguramente de otro tanto, porque solo los profesionales del gremio, sabemos las fortunas que se pueden perder en un negocio de estos, y si el pagano es persona solvente y de prestigio en la plaza (en Gijón hubo un caso sangrante hace unos años), pues intentará apagar el fuego con los dineros de su bolsillo. Eso, si le llega, porque yo visto casos en que el incendio fue peor que el del 41 en Santander.

Escrito por el (actualizado: 01/10/2013)