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Congreso PRO/AM de críticos gastronómicos

 
28 de Mayo del 2005

Esta semana se ha celebrado en Gijón el 1º Congreso de Críticos gastronómicos de España, fastuoso acontecimiento que ha epatado a lo más florido de la prensa especializada, no solo por el incomparable marco del Palacio de Figaredo, sino por una organización tan discreta y eficaz, que ni se dejó ver (ya saben aquello de que el mejor arbitro es aquel capaz de pasar desapercibido).

Como es habitual, la prensa local hizo el ridículo pretendiendo boicotear el acto, ninguneándolo. En algunos casos, no publicaron ni una sola línea de lo que se recordará durante muchos años como un acontecimiento trascendente ocurrido en nuestro Principado (me imagino que la organización no besó algún anillo y eso en Asturias se paga con el ostracismo).

El congreso se vio reforzado por una magnífica muestra de vinos a la que acudieron los más importantes bodegueros, hasta alguno de los intocables, como Miguel Ángel de Gregorio, Jesús Madrazo o Telmo Rodríguez (faltó Sisseck, pero es que está en horas bajas), pero la estrella, como siempre, fue Carlos Falcó, Marqués de Griñón. A ese sí que le sacaron a página completa  ¡Qué país!

Y menos mal que la organización tuvo el buen gusto de no invitar a ningún mindungui de Gran Hermano o a la última golfa que dice estar tirándose a tal o cual cantante, porque Falcó, al menos, además de exconsorte de la Preisler, hace vino (ni comparación con el resto de lo que circuló por aquellas carpas, pero al fin y al cabo, bodeguero es).
Pero vamos al meollo

¿Qué se hizo en el congreso de críticos gastronómicos?

Pues el indio, como era de esperar.
Se discutió hasta la desesperación sobre la corrupción publicitaria, y eso que Andrés Proensa leyó los artículos 18 y 19 del capítulo III del Código Deontológico de la Profesión periodística, aprobado el 27 de noviembre de 1993 y que reproduce en su Nº0 de la revista Planeta Vino (esta semana sale al público, no se la pierdan, va a ser LA BOMBA), donde se determinan perfectamente los límites de lo que es lícito y lo que transgrede la ética profesional (pueden consultar pinchando aquí).

Eso sí, no se citaron algunos de los casos más sangrantes y recientes de esta vergüenza, a pesar de estar allí presentes algunos agraviados (a quién interese puede ver más en: La última de Peñín y en: Culmen reserva 94).

Los periodistas de carrera se encresparon contra el intrusismo hasta el punto de que, Gonzalo Sol, con su carismática y templada voz radiofónica, declaró llevar ejerciendo la profesión más de cuarenta años sin título y que, si seguían por esa línea, abandonaría la sala.

A lo que Ansón (supuestamente moderador, pero artífice como siempre) le tranquilizó declarando que él tampoco lo era y "fíjate donde había llegado".

Hasta la Mijares se erigió en paladín de la honradez periodística, ¡cachonda!, y denunció públicamente a un compañero por cobrar astillas, afirmando tener en su poder las tarifas de corrupción. Acojonante.

Pero no se dijo nada de quienes ejercen la crítica como diversión, usurpando a los profesionales su puesto de trabajo, gracias a que algunos medios sin escrúpulos no tienen el menor inconveniente en publicar verdaderos bodrios a cambio de ahorrarse un sueldo digno.

"Búsquese usted la vida, vienen a decir tácitamente, yo miro para otro lado si soborna usted a bodegas y restaurantes. Mientras a mí no me cueste un duro, allá usted con su moral" (En La Nueva España llegó a publicarse un cuadro de honor con los mejores vinos de España en el que, mezclado entre Vega Sicilia, Pingus, L'Ermita y demás estrellas, el caradura del autor metía la marca que él distribuía y que no aparece ni en la guía Peñín).

¿Porqué no se desenmascaró a estos truhanes que, a la sombra de saraos y tertulias, calumnian y difaman a quienes ejercemos honestamente la profesión para lograr, con artimañas, besaculos y bufonadas, lo que no son capaces de conseguir trabajando?

Estos son los que denigran la profesión, haciendonos aparecer ante la opinión pública, como gorrones rastreros que ofrecen su alma y pluma por un plato de lentejas.
Que yo sepa, en otras profesiones existe una clara barrera entre el aficionado y profesional, sencillamente establecida por quienes nos ganamos la vida ejerciéndola, y quienes lo hacen por diversión, por pavonearse, o por gorronear alguna langosta.

Y no me refiero ya a titulaciones (obviamente, si no me he licenciado, yo no puedo ejercer la medicina por muy aficionado que sea a la nutrición), sino incluso a deportes.
Se puede ser handicap 0 y solo jugar al golf por afición, pero ¡ojo! si se quieren dar clases o desempeñar una actividad remunerada, hay de registrarse como profesional.
¿Porqué no se habló de eso?
Pues en primer lugar, porque buena parte de esos rufianes, formaban parte del jolgorio.

Y en segundo, porque en ese supuesto congreso, no se buscaban conclusiones tal y como se nos quiso vender la moto (¿han visto ustedes algún congreso donde no se tomen notas oficiales de las ponencias y debates?), sino hacer una mascarada para intentar, por enésima vez en los últimos quince años, constituir una asociación gremial que agrupe a la crítica nacional ..., a las órdenes de D. Rafael Ansón.
¡Ah!
He aquí la madre del cordero.
No estaría mal la idea ... sin la última parte de la frase.

No estaría mal hacer una federación para acotar el ejercicio profesional de la crítica, pero ese no era el objetivo real.
La verdad, lo que hay bajo la piel de cordero, es lo otro.
Cuando Ansón se sienta con sus apóstoles, perdón, acólitos, parece decirles: “Bienaventurados los que os sentáis a mi mesa, porque vosotros comeréis las migajas que yo os eche”.
A lo que he de contestarle: "No, Pequeño Saltamontes, con nosotros eso no funciona, porque llevas veinte años intentando monopolizar el sector y, mientras tus siervos pierden cada día más credibilidad, los libres, los auténticos free lance, vamos ganándola y, consecuentemente, consolidándonos, a pesar tuyo. Harás otra nueva comedia, como esa falsa Academia, pero no cuentes con caras nuevas, porque todavía en esta profesión queda gente honrada, gente digna, buena gente."
Esperemos que el próximo congreso no sea un torneo PRO/AM, sino un evento de profesionales, de verdad.

P.D. Para aquellos compañeros que consideren improcedente estas afirmaciones, les recuerdo el capítulo IIº del antes citado Código deontológico

II. Estatuto 

  • 8. Para garantizar la necesaria independencia y equidad en el desempeño de su profesión; el periodista deberá reclamar, para sí y para quienes trabajen en sus órdenes:
  • a. El derecho a unas dignas condiciones de trabajo, tanto en lo que se refiere a la retribución como a las circunstancias materiales y profesionales en las que debe desempeñar su tarea.
  • b. El deber y el derecho de oposición a cualquier intento evidente de monopolio u oligopolio informativo, que pueda impedir el pluralismo social y político.
Escrito por el (actualizado: 13/09/2014)